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No es lo mismo, pero es igual.

No es lo mismo, pero es igual
Pienso, regreso, estoy, llevo mi pueblo, mi ciudad en la cabeza. Estar de nuevo en casa es más que extraño.
El metro sigue ahí a unos pasos, la señora de la papelería sentada en la banqueta con el pelo casi blanco no me recuerda no sabe quien la saluda, me mira le sonríe a mi hijo, el loco de la cuadra aún se afeita la cara con una hoja verde de un árbol, él un poco gordo con la cara arrugada pero con la misma actitud juguetona, la esquizofrenia se le sale por la boca, brotan las palabras sin sentido.
Las casas se parecen a las que conocía, hay más muros, rejas, caras de niños en cuerpos de adultos inhalando resistol, con sus ojitos brillosos, y su boca quemada. Los chamacos corren, son los hijos de los niños. El cuadro, así le llamamos todos, un cuadro de cemento que alberga unas canchas de básquet que con el tiempo se convirtieron en canchas de fut, en mi barrio el básquet no rifa, unos columpios, un sube y baja y en la esquina la virgencita a la que de alguna manera le pusieron su techo, sus flores y una banca en donde los chavos fuman mariguana, piedra y lo que sea.
En el cuadro hay un árbol que los chamacos han hecho su casa, unas tablas hacen las veces de mesa, puerta y ventanas, todo parece ser lo mismo, pero no es igual.
Mientras estuve en el norte mi ciudad no cambió, mis amigos siguen haciendo lo mismo, nadie engorda, o envejece, todos están donde los dejé. Hoy regresé nada es igual, es algo así como un fantasma de mi ciudad, de mi casa, los niños que dejé ahora son adolescentes, sus caritas de infantes, sus coches los cambiaron por baile tectonic, novias, besos, peinados estilizados, celulares touch.
Mi ciudad no es la misma, hay muchos puentes, en las casas basura separada, mis papás son ancianos, mis hermanas madres, los taxis no son verdes, no es lo mismo, pero es igual.
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El metro

De Mariana Chávez
Personajes
Carlos 27 años
Ramiro 25 años
Están en un vagón del metro, van viajando.
Ramiro.- Tal vez yo sé lo que tú no
Carlos.- Quién sabe, las cosas tarde o temprano se saben
Ramiro.- Me encontré al kikas en comonford el domingo
Carlos.-¿Y qué chingados hacía ahí, a qué hora fue?
Ramiro.- Pos no me acuerdo, estaba pajareando a unas viejas y me dio el sacón de onda, ¿qué chingado le pasa?
Carlos.- Hijo de la chingada a lo mejor lo mandaron para campanearnos. Lo último que supe fue que lo apañaron, se llevó una moto que tenía chip y el muy pendejo no se dio cuenta, lo toparon en la fuente, ya casi se chispaba. Bueno eso fue lo que me dijo el Cacas
Ramiro:- La cosa anda cabrona, yo de plano mejor me fui, no vaya ser el diablo. Pero por si las moscas la neta te aviso, digo de carnalitos ´¿no?
Carlos.- ¿A dónde te vas a bajar?
Ramiro:- Ni sé, según yo iba al Carmen a ver que chinagaba, pero nel…
Carlos:- Pues ya me dijo la chachita cómo está la onda, hay chivas por todos lados, ya no se puede trabajar tranquilo. Tu eres mi carnalito desde hace un chingo, no me vayas a salir con una chingadera eh. Ayer me enteré que se toparon a los de Altuna después de lo de los perfumes, qué pendejos… los dejaron en el patio, andaban bien grifos. El perfume apestó toda la vecindad
Ramiro.- Y ni sabes que las cosas en la fuente se ponen cada vez mas cabronas, los morritos son bien agresivos, no sé de dónde sacaron una fusca, y andan bien alocados, afuera de Morelos jalonearon a unas ñoras.
Se para el metro se va la luz, enseguida vuelve, están en una estación, ellos siguen platicando en voz baja, de pronto se siente un olor extraño pero agradable, se ha subido una muchacha que trae un lindo perfume, es joven y bonita, llama la atención de los pasajeros. Ramiro y Carlos se le quedan viendo. La muchacha siente la mirada, se incomoda
Carlos:- Está bien rica
Ramiro.- No mames pinche flaca
Carlos. Jajajaja a ti te gustan las gordas como la blanquita, gordita y amigajonadita.
Ramiro: Si guey, pero esta flaca ni te pela, a que no tienes huevos y le hablas
Carlos.- Jaaa es mas hasta un arrimón la ando dando, ¿cómo vez?
Ramiro.- ¿A ver?
La muchacha se da cuenta que están hablando de ella, Carlos y Ramiro poco a poco se van acercando a la chica, ella se pone junto a la puerta, evidentemente tiene miedo y pretende bajarse en cuanto se abra la puerta, los pasajeros miran sin decir nada. Llegan a la otra estación, la muchacha sale rápidamente, Carlos estira la mano tratando de tocarla en cuanto ella sale le dice
Carlos: Chulada
Ramiro: se te fue la palomita
Carlos: ni pex, ahí pa la otra, se lo perdió.
Ramiro: Cálmate galán, jajajaja
Los pasajeros los miran, una señora se les queda viendo fijamente.
Carlos:- qué, pinche vieja…
La señora voltea la mirada, los demás pasajeros dejan de mirarlos
Carlos.- Nomás porque está ruca
Ramiro.- Cálmate güey no ves que es mi tía, respeta. (le da un manotazo, le dice a la señora) Perdónalo tía no vez que acaban de soltarlo, anda hambriento jajajaja
Carlos.- Jaaaa jaaa
La señora se levanta de su asiento, se acerca a la puerta va a bajar en la siguiente parada.
Ramiro.- Ya doñita no se escame
Carlos.- ya… déjala ni aguantan nada, mejor cuéntame de la chachita, ¿qué más te dijo?
Ramiro, nada ps fue como una alerta, pero la neta que ya ni se sabe que tranza.
Carlos.- ¿Y siempre si sirven las cámaras?
Ramiro. Nel por eso andan mandando gente a sopear
Carlos.- Y qué pedo con lo del Kikas, ¿sabes algo más?
Ramiro:- Nel, pero ps voy a preguntar, ya ni lo he visto
Carlos.- Acompáñame no
Ramiro.- Que hueva, la neta
Carlos.- Ps me bajo en la que sigue, te veo allá
Ramiro.- Si, a ver que tranzita
Carlos.- Chido ahí luego me cuentas de los morritos
Se abren las puertas, Carlos se baja, Ramiro se queda arriba mirando cómo se aleja Carlos.
De pronto empieza a llover el metro se detiene y se regresa, se abren las puertas
Ramiro:- Carnal (grita) Ey Güey
Carlos que ya estaba lejos se regresa, ambos se quedan en el anden, se ve gente que baja y sube, las puertas siguen abiertas, se oye la lluvia que cada vez es más fuerte
Carlos.- Pinche lluvia, ya me jodió el día
Ramiro.- Ni pedo… como pa echarse un churrito ¿no?
Carlos:- si, chale, pero ando bien bruja
Ramiro.- Andamos, ¿por qué no sangras a tu jefa?
Carlos.- Ps ¿qué crees que hice ayer?
Ramiro.- Jaaaa,¿ y tu suegra?
Carlos.-Anda de mamona, es que la güera le fue con el chisme del sábado, ya no me quieren prestar al morrito
Ramiro.- Neto y de veras ¿cómo sigue?
Carlos.- La neta ya ni sé, el otro día lo lleve al Iman y no me lo quisieron recibir, que porque no se qué chingados, además la güera gritaba
Ramiro.- ¿No que ya estaba mejor?
De pronto un policía se les acerca
Policía.- ¿Todo bien?
Ramiro.- Si
Policía.- Se va a suspender el servicio por un rato (los deja y se asoma al vagón, da un vistazo le avisa a los pasajeros que están sentados)
Carlos- Vámonos, no vaya a ser
Ramiro- ¿Con esta pinche lluvia?
Carlos.- el poli me pone nervioso
Ramiro.- ya espérate deja ver que pasó
El policía sale del vagón trae consigo un vendedor de cd´s que estaba arriba, se van
Ramiro.- Pobre gúey directito al torito
Carlos.- Chale que gandalla ¿no?
Ramiro.- Nel a esos gueyes les va re bien
Carlos.- Pero son bien necios (De pronto se va la luz) Y pa acabarla de chingar
Ramiro.- Mta como para estar en Chabacano
Carlos.- La cagamos, todo por estar hablando … Fue por la flaca esa, se nos fue el pedo
Ramiro.- Pero estaba bien rica no?
Carlos.- ¿No se supone que esta madre tiene su propia luz?
Ramiro.- No sé
La gente se empieza a bajar del metro, muchos se van, unos, los menos se quedan en el anden, Carlos y Ramiro se sientan en el piso
Carlos.- Chale qué `pinche hueva
Ramiro.- Ya mejor hay que regresarnos
Regresa la luz, se encienden los motores del metro, la gente se sube rápidamente,
Ramiro.- Vámonos
Carlos, Nel, aguanta, sigue lloviendo
Carlos saca de su bolsa unas pastillas, toma una y le da a Ramiro, de pronto Ramiro estalla a carcajadas
Carlos.- Están bien chingonas no?
Ramiro no puede parar de reir, se cierran las puertas del metro, se va
Carlos.- Cálmate
Ambos se ríen, poco a poco se van calmando
Ramiro.- ¿De dónde las sacaste?
Carlos.- El cacas me las dio, que las anda vendiendo el tostón, ¿están buenas no?
Ramiro.- Chidas
El policía a lo lejos los mira.
Carlos.- a que poli chismoso
Ramiro.-Envidioso
Se quedan pasmados por la droga, el policía se acerca, los ve tranquilos, se aleja de nuevo pero no se va
Ramiro.- Qué loco no?
Carlos.- Nel
Se oye que viene el metro
Ramiro.- ¿A que no te avientas?
Carlos.-¡Pendejo¡
Carlos se levanta y sin mirar se avienta a las vías, desaparece de la escena, se oye el chillido del metro
Oscuro final
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Ruidos urbanos

Mi vagina húmeda, frotando… frotando mi piel, sensación de cansancio con desesperación, me arde, te ardo, lentamente tus dedos me penetran me tocan, tu mirada parece ausente pues no me miras, te miras hacia dentro, supongo te estas buscando, mientras tanto yo me sofoco pues de alguna manera sigue siendo doloroso, con cada roce estoy segura...moriré... Con mis manos empiezo a tocar tu pene, me mojo los labios, humedezco mis dedos con mi saliva y así empiezo a rozar tu miembro erecto...despacio...despacio.
La gente camina no nos miran pues aquella barda parece abrazarnos, escucho las voces, pasos, ruidos urbanos...
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En agosto

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Un teatro que no se maquila

Texto: Esmeralda Ceballos
Tomado de: http://la-ch.com/index.php?option=com_content&view=article&id=3823:un-teatro-que-no-se-maquila&catid=37:general&Itemid=55

Desde hace muchos años diversos dramaturgos han apostado por el teatro documental; lo hizo Vicente Leñero con sus textos dramáticos - auspiciados por notas periodísticas-, con los que buscaba reflejar la realidad nacional y sus repercusiones. Más tarde, Rascón Banda lo utilizaría también como recurso en algunas de sus obras, y en últimas fechas Humberto Robles con Mujeres de arena, que trata el tema de las muertas de Juárez.


Y es porque el teatro documental ha funcionado como una forma de establecer una diferencia entre el teatro de autores universales y las problemáticas que la sociedad vive en momentos determinados. Hacerlo no es fácil, pues los recursos de los que se vale, en ocasiones, pueden ser no bien acogidos por el público; sin embargo, su finalidad es confrontar al público con su realidad inmediata y los problemas que les conciernen, y que por comodidad social, prefieren disimularlos como se esconde la basura detrás de la puerta. En Tijuana, desde hace tiempo se abandonó un poco este discurso teatral, Jorge Andrés Fernández, reconocido director de teatro, bajo el método de rompimiento brechtiano, lo acostumbraba, si no en todas sus obras, sí en varios de sus montajes.

En estos momentos el grupo de teatro Taltecan apuesta por su visión del mundo y lo plasma en el unipersonal Maquila, dirigido por Inés Castillo, donde hace una denuncia de las contrariedades y maltrato al que se enfrentan las mujeres que trabajan en las maquiladoras; aunque es un trabajo muy limpio, en ocasiones cae en las repeticiones, y una de las maravillas de la dramaturgia es que el teatro no es repetitivo. Si bien uno de los objetivos del teatro documental es generar una reflexión en los espectadores, no debe olvidar que el texto es primordial para comunicar lo que se desea, de lo contrario se convierte en una denuncia hecha a medias, una objetividad no utilizada, porque aunque el manejo de la técnica documental es un gran inicio, en Maquila la dramaturgia falla, ya que en varios momentos se convierte en narraturgia y no en un diálogo que progresa, no en un hecho teatral, en varias ocasiones la ausencia se queda en la ausencia.

El tratamiento de los elementos como signo y significante, son un acierto en el montaje, como también el rompimiento de la cuarta pared. Maquila es una propuesta con un propósito muy claro: invitar al espectador a que medite sobre la situación que se vive dentro de una empresa maquiladora. El trabajo de la actriz Mariana Chávez, quien también es autora del texto, es sostenido por una actuación precisa y muy bien pensada, lo que demuestra su calidad actoral. A pesar de que es un trabajo en el que se han dejado de lado varios detalles, se podría decir que cumple con su cometido: logra que el espectador se ahogue en su propia reflexión que se antoja una espiral infinita, y conozca de cerca lo que vive las mujeres que trabajan en las maquiladoras con un horario de ocho horas, y un sueldo que apenas les alcanza para sobrevivir. En pocas palabras: lo que busca Maquila, no es lograr el simulacro del teatro, sino generar una consciencia colectiva, aunque debería replantearse la dramaturgia para lograr una propuesta más completa, pues Maquila es un buen intento, pero inacabado. La iluminación cumple su función sin pretensiones: dar luz a la actriz, pero nada más.

Ver Maquila es una invitación a reconocer la sociedad en la que estamos viviendo, y sobre todo, a reconocernos.

Estimado lector que gusta del teatro, lo que usted lee es una mera percepción de quien esto escribe, lo invito a que reflexione y vea por usted mismo lo que sucede en el mundo de las maquiladoras.

La obra se encuentra en cartelera.
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