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fam - ilia

Ey morra vamos a playas a “lat 32” por un café, caminé hasta que me topé con la malla, que loco, la frontera aquí a la mitad de la playa, una familia partida por una malla, una frontera que une y desune. Me acerque a platicar con don Javier que me dijo:
“Del otro lado esta mi hijo su esposa y mis nietos que vienen de los Ángeles, aquí estamos mi esposa y yo venimos desde Cuernavaca… trabajo duro al otro lado en una tienda que vende todo lo que se refiere a restaurantes… mis jefes son coreanos… me tardo dos o tres horas en cruzar y de ahí me subo al autobús es mas fácil… y como mi esposa no puede cruzar rentamos una casita aquí en Tijuana en la Libertad baja… es mas barato que ira a Cuernavaca, allá se quedó mi hija y pues la familia... Nos ha tocado esta situación y venimos a ver a los niños, por aquí en este pedazo podemos pasar comida o aventarnos cosas por arriba de la malla”
Se me parte el corazón y pienso que es absurdo, a mi derecha hay un monumento con una leyenda: “Límite de la Republica Mexicana”. Después de la primaria cuando el maestro nos habló de los acuerdos de Guadalupe y nos mostró un mapa con “lo que antes era de México” hasta hoy volví a sentir esta herida sangrar, es verdad, el otro lado existe y miro la bahía de San Diego y pienso en todos aquellos que me han dicho que se van al otro lado y que mandarán dólares o regresarán para navidad. “Morra vámonos que al rato tengo que ir al otro lado con unos compas a comprar material para la escuela” me dice Adrián que nació aquí y para quien estos encuentros son tan cotidianos como para mi los atracos en el micro.

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