Interminable ausencia de sequía, y por supuesto navego entre el azul del lago donde añades mi ser, mi corazón palpita de quietud.
No veo más que el reflejo de los árboles sobre el agua, y al sentir tu néctar sueño sobre rocas ocultas y abrazadas a la tierra asentada que nos sostiene.
Esto no es un imaginario, pues el día que camina entre escombros del pasado murmura feliz nuestro encuentro, y a lo lejos se escuchan los pájaros graznar cuentan sobre leyendas de amores nuevos; los cerros murmuran sobre secretos lejanos me lo han revelado, el lago es dueño de los deseos.
Por ahora acaricio con mi mirada tu hermosa piel y el nido que hay en las nubes vuela despacio sobre nuestras cabezas azucaradas, y el cielo se pone celoso de su propio reflejo en el agua, se empieza a derretir, apenas percibimos la brisa de su enojo.
Mis pies descalzos tocan levemente el agua fría y los peces juguetean con mi piel, el aire me empuja hacia el abismo, yo quiero humedecer mi rostro a través del reflejo en tus ojos, quiero decir cursilerías del alma azulada que casi no puedo contener en este pedazo de carne que me pertenece y que le llamo cuerpo.
Por fin la sequía empieza a florecer y el lago triste se guarda, se aprieta para darle vida a este sitio de calor.
2 comentarios:
empujando las horas y los dias
HOLLA!
¿Pa' cuando las chelas que me dijo, pues?, jojojo.
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